Tengo 40 años. Me tiré a la hija de un amigo de la familia

Lo que descubrí más tarde casi me ha dejado en shock

Acababa de volver a casa después de pasar varios años trabajando en Italia. Mi familia me informó de que esa noche iban a celebrar una fiesta, una pequeña reunión para todos. Me preparé y llegué a casa de mi hermano, y en la casa se oía música de fiesta a todo volumen. Vi a toda mi familia, pero también vi a algunas personas que no reconocí cuando entré.

Me llamó especialmente la atención una chica extranjera que me miró durante un rato. Era una chica guapa, bajita y mona, de unos 1,60 m, no gorda, sino un poco rellenita, con muslos gruesos y una barriguita que se le veía porque llevaba un top y unos leggings muy ajustados que marcaban cada curva de su cuerpo. Un poco más tarde, en la fiesta, la volví a encontrar entre la multitud y la invité a bailar. Tenía movimientos lascivos, típicos de una profesional en el arte de la seducción.

Después de bailar un rato, me dijo que tenía que preguntarme algo y, mientras me inclinaba hacia ella, me preguntó: «He visto cómo me mirabas antes y me preguntaba si querías encontrar un lugar para follarme». Así, sin rodeos. Me quedé atónito, pero pensé por un segundo que ella era atractiva y yo estaba solo, así que ¿por qué no? Buscamos una habitación vacía, pero solo encontramos el baño del piso de arriba, así que entramos cuando nadie miraba y cerramos la puerta con llave.

Ella se quitó inmediatamente los leggings, las bragas y el tanga, dejando al descubierto su culito desnudo. Saqué mi polla, que ya estaba dura, y me disponía a meterla en su coño cuando me detuvo y me dijo que cambiara de agujero y se la metiera por el culo porque no quería arriesgarse a quedarse embarazada. Busqué en el baño algo que pudiera usar como lubricante y encontré una crema hidratante con aceite de coco, con la que me unté la polla. Es decir, abusé de esa crema hasta que mi polla se volvió más aerodinámica y brillante que una nave espacial moderna. Cuando me vio con qué diligencia me preparaba, ella frotó un poco el agujero de su culo para asegurarnos de un despegue adecuado.

Cuando los dos estuvimos listos, se puso a cuatro patas y abrió el culo, y yo guié mi polla directamente hacia su agujero. Se estremeció porque aparentemente la tengo un poco más grande de lo que estaba acostumbrada, pero se relajó después de un minuto. Empezamos despacio, con movimientos suaves, pero ella me dijo que le follara el culo como si le estuviera follando el coño. Empecé a meterla más fuerte y más profundo, y ella empezó a gemir muy fuerte, así que le tapé la boca con la mano. La follaba a mi ritmo y de vez en cuando reducía la velocidad, para luego volver a empezar. Le bombeaba ese agujero y no podía creer lo excitante que era todo aquello, sobre todo porque ella ya gemía sin control. Cuando estuve a punto de explotar, salí de su culito y ella, como una buena ayudante, se puso rápidamente de rodillas y empezó a chuparme toda la polla, preparándose para una enorme oleada de semen. Cuando me corrí en su boca, casi la ahogo. El orgasmo fue tan violento.

No podía creer que me hubiera chupado la polla directamente de su culo. Sin embargo, me esperaba una sorpresa aún mayor. Cuando nos limpiamos y volvimos a la fiesta, un amigo de la familia se acercó y me dijo: «Veo que has conocido a mi hija Alexandra. Está en el primer semestre de la facultad de Psicología en Timișoara y ahora está de vacaciones».

Fue un poco extraño encontrarme con el amigo de la familia después de eso, pero no pude evitar seguir follándomela cada vez que me tomaba unos días libres en el trabajo y volvía a casa. Hemos creado una costumbre: cuando vuelvo, primero visito a mi familia y luego paso casi todo el tiempo en su apartamento, follándola por detrás y dejando que me la chupe antes de correrme. Se ha convertido en una costumbre demasiado bonita como para pensar en dejarla